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La condesa Cornelia
Bandi, de 62 años, vivía cerca de Verona en abril de 1731. Según
parece, la condesa se había acostado después de cenar y se quedó dormida
después de conversar varias horas con su doncella. Por la mañana la
doncella volvió a despertarla y presenció una escena horripilante. La
habitación estaba cubierta de hollín y el suelo de un extraño líquido
amarillo y grasiento que hedía de forma poco usual. La cama se hallaba
intacta salvo por las sábanas revueltas, indicando que la condesa se había
levantado. A un metro y medio de la cama había un montón de cenizas, dos
piernas intactas con medias, entre las que yacían el cerebro, la mitad de
la parte trasera del cráneo, el mentón y tres dedos ennegrecidos. Todo el
resto eran cenizas que si se tocaban dejaban en la mano una humedad
grasienta y hedionda.
¿Qué fue lo que le ocurrió a la condesa?, su
caso es el primero documentado de lo que hoy llamamos combustión humana
espontánea o CHE. A pesar de los casos existentes, bien documentados y con
testigos fiables, no es un fenómeno aceptado por toda la comunidad
científica, quizás porque no se le ha encontrado una explicación
satisfactoria, y sin embargo sabemos lo que es. |
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La CHE se caracteriza por el
extremo calor que genera, de modo que podemos distinguir el fenómeno de un
incendio corriente. Normalmente es muy difícil reducir a una persona por
completo a cenizas, aunque nos lo propongamos; para ello es necesario
mantener la llama durante horas sin parar de echar combustible. De hecho
está comprobado que un cadáver mantenido 8 horas en un crematorio a 1100º
C aún deja los huesos sin muestras de degradación grave ni quedar
reducidos a polvo. En los crematorios ordinarios se alcanzan los 900º C,
así que no se reducen completamente a cenizas los cadáveres, quedan los
huesos que pasan a un cremoledor que los muele y los deja convertidos en
polvo. Siempre, y en todos los casos, las cenizas resultantes son grises,
mientras que en la CHE son completamente blancas, lo que demuestra que las
temperaturas son mucho mayores, algunos las estiman en 2500º C, lo que es
bastante calor si tenemos en cuenta que los incendios que destruyen
edificios rara vez superan los 250º C.
En el caso de Leon
Eveille, de 40 años, que fue encontrado completamente quemado en el
interior de su coche cerrado en Arcis-sur-Aube (Francia) el 17 de junio de
1971. El calor había fundido los cristales del coche. Se calcula que un
coche al quemarse alcanza una temperatura aproximada de 700º C, pero que
para que se funda el cristal la temperatura tiene que superar los 1000º C.
En 1986, cuando un saludable hombre de 58 años, que irónicamente era un
bombero jubilado, ardió hasta morir en su casa de Nueva York. Todo lo que
quedó de él fueron algunos huesos y dos kilos de blancas cenizas. Como en
muchos de estos casos, nada de la casa resultó afectado, y ni siquiera se
encendió una caja de cerillas que tenía cerca. |
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Restos de la señora Helen Conway, hallados en
Pennsylvania |
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Restos del Dr. J. Irving Bentley |
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Otro caso fue el que le tocó al
detective John Heymer, agente del Departamento de Investigación
Criminal, considerado uno de los mejores investigadores en CHE. Fue
requerido a principios de enero de 1980 para investigar un caso en Gwent
(Reino Unido).
Cuando entró en el salón de la casa lo primero que
le sorprendió fue el calor sofocante y la humedad reinante en la sala, así
como el tinte anaranjado de la luz que iluminaba lo que quedaba de
Henry Thomas, de 73 años. En la alfombra había un montón de cenizas
blancas en el centro, en un extremo yacían un par de pies enfundados en
sus medias, y en otro una calavera ennegrecida. La luz de la bombilla
desnuda se mezclaba con la del día, pero lo que le daba el tinte
anaranjado era la fina capa de carne vaporizada y condensada que lo cubría
todo en la habitación. Lo realmente extraño del caso es que la habitación
no presentaba apenas señales de incendio, tan sólo parte del sillón en el
que se hallaba sentada la víctima y la alfombra bajo la que se hallaban
los restos, que tan sólo estaba chamuscada unos pocos centímetros.
Pero ¿cómo puede arder el cuerpo de una persona que contiene 45
litros de agua?. Si Thomas quedó reducido a cenizas por una elevadísima
temperatura, ¿cómo no ardieron otros objetos cercanos más inflamables como
la alfombra o el sillón? El forense expuso su teoría sobre lo ocurrido:
Thomas, que no era fumador, había caído de cabeza por accidente dentro del
hogar de carbón y empezó a arder, cayó de espaldas en el sillón que sólo
ardió mientras estuvo en contacto con la llama, al poco tiempo el sillón
se rompió y dejó caer a Thomas sobre la alfombra hasta que murió. El resto
de los objetos no ardieron debido a que la combustión del cuerpo agotó el
oxígeno de la sala, no pudiendo entrar más debido a que la puerta estaba
sellada con burlete.
Al investigador John Heymer todo eso le
pareció falso y expuso su teoría, avalada por años de experiencia en
medicina legal. El incendio era un caso claro de CHE; comenzó dentro del
cuerpo del fallecido, que empezó a arder en el sillón para luego caer
sobre la alfombra para quedar reducido a cenizas por completo. Para el
detective la CHE es causada por la reacción entre el hidrógeno y el
oxígeno a escala celular dentro del cuerpo de la víctima, y que ésta es la
única fuente de calor factible que puede reducir un cuerpo a cenizas.
El resto del mobiliario no ardió porque el primer fogonazo
consumió casi todo el oxígeno de la habitación, y como la reacción
mencionada no necesita un ambiente con este elemento fue la única que pudo
continuar hasta que no quedó mas cuerpo que ardiera.
Sin embargo
sus superiores no le tomaron en serio y el caso fue archivado con la
explicación del forense como válida.
Otro caso sorprendente que
parece avalar lo anterior es el que le tocó sufrir a un bombero
londinense, Jack Stancey, cuando acudió a un aviso en un inmueble
abandonado. La casa no tenía señales de daños por fuego, pero cuando
Stacey examinó su interior, se encontró el cuerpo en llamas de un
vagabundo al que conocía como Bailey. Tenía una hendidura de unos diez
centímetros en el abdomen y las llamas salían por ella con fuerza, como en
un soplete. Para apagar esta violenta llama, Stacey dirigió el chorro de
la manguera al cuerpo del vagabundo, extinguiendo la llama en su origen.
No hay duda de que el fuego se inició en el interior del cuerpo. La
víctima estaba con sus dientes hundidos en la escalera de madera y fue
necesario una palanca para abrir sus mandíbulas. No llegó a saberse la
causa real del incendio. En el edificio no había gas ni electricidad, y no
se encontraron cerillas. Incluso en el caso de que el vagabundo hubiese
dejado caer un cigarrillo encendido sobre sí mismo, se ha demostrado que
no habría sido suficiente para producir una llama tan destructora.
Sin embargo, para aquellos que ya se imaginan el horrible
sufrimiento de las víctimas quizás tengan alivio, se ha demostrado que la
CHE sólo se produce en personas vivas porque inhalaron grandes cantidades
de humo, pero afortunadamente las víctimas parecían adormecerse al
iniciarse la combustión. |
El caso de Jack Angel parece
ser una prueba de ello. En 1974, en Georgia, Estados Unidos, Angel se fue
a dormir y despertó cuatro días mas tarde con unas quemaduras tan
horribles que fue necesario amputarle el antebrazo derecho.
Por
otra parte, el pijama y las sábanas de la cama estaban intactos y no
sintió ningún dolor hasta varias horas después de haber recuperado la
consciencia. Angel no pudo recordar cómo se hizo las lesiones, incluso
bajo regresión hipnótica. Se cree que la CHE puede explicarse también con
la teoría del efecto mecha. Esta teoría sostiene que en un cuerpo obeso y
vestido con suficientes capas de tejidos inflamables, los vestidos en
llamas pueden actuar como mecha externa y la grasa del cuerpo puede arder
como una vela. En caso de que el cuerpo esté en contacto continuado con
una llama y halle una buena aportación de oxígeno, ni siquiera es
necesario que la víctima sea obesa. |
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Los restos de una mujer, hallados en marzo de
1980 |
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En 1982, en Londres, Jeannie
Saffin, una mujer disminuída mental, ardió en llamas mientras estaba
sentada en una silla de madera en la cocina de su casa. Su padre, que
estaba sentado cerca, vio un destello luminoso. Al girarse hacia Jeannie,
observó que estaba envuelta en llamas, pero Jeannie no gritaba ni se
movía. Su padre la empujó hacia el lavadero y llamó a su yerno, que corrió
a la cocina para ver qué pasaba. Pudieron apagar las llamas, pero Jeannie
murió más tarde en un hospital. El agente que hacía las averiguaciones no
encontró ninguna causa aparente de lo que había pasado y así lo hizo
constar. Dijo que los parientes de Jeannie creían que era una víctima de
la CHE. El veredicto fue muerte accidental, porque, como dijo más tarde el
juez, la CHE no existe y muerte accidental es casi lo mismo que muerte por
causas desconocidas.
La combustión humana espontánea es ese tipo
de hechos que, hasta que la ciencia no los explica, no existen y por tanto
no son causa de nada. De modo que, como en muchos otros asuntos, sólo nos
queda rogar que no nos ocurra a nosotros. |
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